Empatados en las encuestas, Donald Trump y Kamala Harris quemaron sus últimos cartuchos electorales este lunes por la noche, a pocas horas de unas presidenciales que tienen en ascuas al mundo. El expresidente republicano y la vicepresidenta demócrata llamaron desesperadamente a los estadounidenses a acudir a las urnas, que empezarán a abrir en este país con varios husos horarios.
“¡Vamos a votar! ¡Vamos a ganar!”, gritó Harris en Pensilvania que, con 19 votos electorales en juego, es el más importante de los siete estados clave, en los que ningún partido tiene el voto asegurado. “Estados Unidos está preparado para un nuevo comienzo”, afirmó e insistió en que si gana será “una presidenta para todos los estadounidenses”.
Harris mencionó también a los cientos de miles de puertorriqueños en un intento por recabar el voto de una comunidad molesta con los republicanos por un comentario de un humorista pro Trump sobre Puerto Rico en un acto desde Nueva York. Cerró en Filadelfia con invitados especiales como Lady Gaga, Oprah Winfrey y Ricky Martin.
Mismo llamado al voto en las filas de Trump
“¡He estado esperando esto durante cuatro años! Y tú también”, afirmó Trump en su acto en Pensilvania. “Si sacamos a todos a votar, no habrá nada que puedan hacer”, insistió en otro discurso dado en Carolina del Norte. El magnate despotricó en sus últimas apariciones, como acostumbra hacer, contra la migración irregular.
Dijo que, si gana, informará a la presidenta mexicana, la izquierdista Claudia Sheinbaum, que va a imponer “inmediatamente un arancel del 25% a todo lo que envíen a Estados Unidos” si no detienen lo que calificó de “embestida de criminales y drogas” por la frontera. México “se convirtió en nuestro socio comercial número uno y nos están estafando a diestra y siniestra, es ridículo”, opinó. Si el 25% no da resultado “impondré el 50% y si eso no funciona el 75%”, advirtió.
En busca de un segundo mandato, que lo convertiría en el primer presidente convicto, Trump confió en una retórica antimigrantes, con una campaña que no ha escatimado en golpes contra sus rivales, a los que tacha de “enemigo interno”. “Tenemos a gente increíble en este país (…) no podemos dejar que estos salvajes vengan de otros países”, afirmó en Pensilvania.
Ambos candidatos aprovecharon las últimas horas para intentar desempatar las encuestas en unos comicios en los que más de 80 millones de personas han votado por anticipado. Nunca hasta ahora Estados Unidos había tenido que elegir entre dos candidatos tan distanciados entre sí.
En una campaña llena de sobresaltos, incluidos dos intentos de asesinato contra Trump y el abandono de la candidatura por parte del presidente Joe Biden, Harris hizo una entrada en escena tardía. La exfiscal espera que la defensa del derecho al aborto le abra las puertas de la Casa Blanca.
El miedo al caos
El republicano agitó el fantasma del fraude electoral una vez más, lo que hace temer que no reconozca el resultado si pierde, como ocurrió en 2020 tras ser derrotado por Biden. El equipo de campaña de Harris prevé que el republicano se declare ganador antes de tiempo y advierte que el escrutinio de la totalidad de los votos llevará “varios días”. Asimismo, preocupa la seguridad de las personas que trabajarán en los centros de votación. Algunos funcionarios electorales recibieron botones de pánico para alertar rápidamente a las autoridades en caso de emergencia.
Ambos candidatos han contado con apoyos excepcionales para la campaña. Trump con el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y sus polémicos sorteos de un millón de dólares diarios a votantes registrados. Y Harris con el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle. Biden se ha prodigado poco desde un desliz en el que se refirió a los partidarios de Trump como “basura”.
El mundo sigue con nerviosismo las elecciones en la superpotencia mundial, en particular por sus repercusiones en Oriente Medio y la guerra en Ucrania, pero también por los efectos comerciales de las promesas proteccionistas en China o México.
¿Y si en realidad las presidenciales de Estados Unidos no están tan reñidas como parece?
Las encuestas muestran una contienda extremadamente reñida entre Kamala Harris y Donald Trump por la Casa Blanca. Sin embargo, algunos expertos advierten que, al final, la diferencia entre ambos candidatos puede ser mucho mayor de lo esperado. Según los sondeos de opinión más reputados, la vicepresidenta y el exmandatario están codo a codo en los estados clave que posiblemente definan las elecciones presidenciales de este 5 de noviembre.
El lunes por la tarde, por ejemplo, el recopilador de encuestas FiveThirtyEight daba a Harris y Trump un empate con el 47,8% de los votos en Pensilvania, un ajustado 47,4% frente a 47,7% en Nevada y una diferencia de apenas un punto porcentual en Wisconsin, Míchigan y Carolina del Norte. Pero no todo el mundo está convencido de que esta sea una competencia tan ajustada.
“De hecho, las encuestas por estados muestran no solo una carrera extraordinariamente reñida, sino inverosímilmente reñida”, advirtió Joshua Clinton, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee. En un estudio publicado esta semana por la NBC, este especialista cuestionó la “similitud” de los resultados —con pocos decimales— de las encuestas de opinión disponibles, sugiriendo que quizá sean los encuestadores y no los votantes quienes estén detrás de esta casi unanimidad.
“Una encuestadora temerosa que obtiene un margen de cinco puntos en una carrera reñida puede optar por ajustar sus resultados para que coincidan con lo que muestran otras encuestas, a fin de que su sondeo particular no dañe su reputación”, explicó. También hay que señalar que los institutos de encuestas están a la defensiva, enfrentados a costos financieros y a las crecientes dificultades para llegar a los votantes en la era de los teléfonos inteligentes que filtran las llamadas.
Además, la experiencia de las últimas elecciones presidenciales estadounidenses no invita a respaldar sus predicciones sin reservas. Las encuestadoras se equivocaron tanto en 2016 (victoria de Trump sobre Hillary Clinton) como en 2020 (derrota de Trump ante Joe Biden). La primera vez, por subestimar la categoría de “blancos sin título universitario” entre los votantes que dieron la victoria al republicano. La segunda, a pesar de correcciones adoptadas, por infravalorar una vez más el voto a Trump y considerar de más el dirigido a Biden. Bastaría un error de este tipo para que los siete estados clave fueran ganados el martes por Trump o Harris, una hipótesis que nadie puede descartar.
Fuente: Perfil.