El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y la Universidad de Chile, disputado en Avellaneda, terminó en un escándalo: los graves incidentes protagonizados por la parcialidad visitante obligaron a suspender el encuentro en el estadio Libertadores de América-Ricardo Bochini.
Todo comenzó en la Tribuna Sur Alta, donde los hinchas chilenos provocaron destrozos al violentar un cuarto de limpieza, romper baños y arrancar butacas que luego convirtieron en proyectiles. También utilizaron palos de escoba y botellas, atacando a los simpatizantes del Rojo ubicados en las bandejas inferiores durante casi todo el primer tiempo. Como si fuera poco, incendiaron asientos y arrojaron bombas de estruendo.
El inicio del segundo tiempo se demoró porque la policía, tras varios avisos por los altoparlantes, ingresó para desalojar el sector visitante. “Debido a los actos vandálicos la parcialidad visitante deberá abandonar la tribuna”, se anunció en el estadio. Sin embargo, la calma duró poco: apenas dos minutos después de reanudarse el juego, hinchas ingresaron al campo de juego, algunos heridos por la violencia previa, y el árbitro Gustavo Tejera decidió parar nuevamente las acciones.
Ante la falta de garantías, el juez convocó a los capitanes y al jefe de seguridad. Se aguardaron 20 minutos con la esperanza de continuar, mientras los jugadores de la U pedían gestualmente a sus hinchas que se calmaran, pero la situación no mejoró. Afuera, las corridas y las detonaciones se multiplicaban.
En ese contexto, la barra disidente de Independiente protagonizó una verdadera cacería contra los pocos simpatizantes chilenos que aún quedaban en la tribuna. Hubo golpes, corridas y escenas brutales: varios terminaron ensangrentados, desnudos y tirados en los asientos. Incluso, uno de ellos cayó desde la tribuna. Para protegerse, muchos hinchas locales ingresaron al campo de juego y esperaron allí hasta la desconcentración.
Pese al despliegue de 650 efectivos policiales y 150 agentes privados, según informó Aprevide, en el sector visitante la seguridad brilló por su ausencia.
Cabe recordar que la Universidad de Chile ya había sido apercibida por Conmebol a fines de julio por incumplimientos en competencias internacionales, como la instalación indebida de banderas y el uso de estructuras prohibidas por parte de su hinchada. Esa advertencia no alcanzó: la violencia volvió a marcar presencia y el partido terminó suspendido.
El hecho generó el repudio del presidente de Chile, Gabriel Boric.
A24