La Jaguar Rivers Initiative propone crear el primer corredor de vida silvestre continental en América del Sur, con 2,5 millones de km² de extensión.

En el marco de la Semana del Clima, que se celebra en Nueva York, y en coincidencia con la Asamblea General de Naciones Unidas, se presentó una iniciativa de conservación inédita en América del Sur por su alcance: la Jaguar Rivers Initiative-Ríos del Yaguareté.

El proyecto busca restaurar y reconectar ecosistemas en la Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia, para salvar al mayor felino del continente y, al mismo tiempo, asegurar la supervivencia de cientos de especies que dependen de los mismos ambientes. La propuesta, encabezada por la Fundación Rewilding Argentina, junto a Onçafari (Brasil), Nativa (Bolivia) y la Fundación Moisés Bertoni (Paraguay), se estructura como un esfuerzo transnacional de escala inédita en la región.

La iniciativa plantea un horizonte de 20 años para crear un corredor de vida silvestre a lo largo de la cuenca del río Paraná, uno de los sistemas de agua dulce más importantes del planeta. La meta es proteger, restaurar y reconectar 2,5 millones de kilómetros cuadrados -una superficie superior a Groenlandia- en el corazón de América del Sur.

“Si pensamos en lo que ocurrió en los últimos doscientos años, desde la colonización europea, lo que quedó de naturaleza silvestre es muy poco. Los incendios, la expansión agrícola y la deforestación han puesto a estos ecosistemas en un estado crítico. Si no actuamos ahora, no habrá posibilidad de sostener la vida de estas especies ni la de las comunidades humanas que dependen del agua y de la tierra fértil”, advirtió a LA NACION Sofía Heinonen, directora de Rewilding Argentina.

Restaurar y reconectar ecosistemas en la cuenca del Paraná

El símbolo elegido para representar este corredor no es casual: el yaguareté. Este depredador tope, en peligro crítico de extinción, ocupaba en el pasado toda la cuenca del Paraná, pero hoy sobrevive apenas en poblaciones dispersas y aisladas, además de este río, en el Bermejo y el Pilcomayo. “El yaguareté es lo que llamamos una especie paraguas. Protegerlo implica proteger a muchas otras especies y ecosistemas que dependen de los mismos ríos, selvas y bosques. En la práctica, es un modo de salvar la vida silvestre en conjunto. Los ríos son la base de todo este sistema”, explicó Heinonen.

 

Edu Fragoso

La directora de Rewilding Argentina advirtió que los ríos son también un punto de encuentro entre especies y comunidades humanas. “Si los ríos pierden su dinámica natural, se resiente la agricultura, la pesca y la provisión de agua potable. Defender los ríos es defender la vida humana”, dijo. Y agregó que los fenómenos recientes de bajantes históricas y sequías muestran la vulnerabilidad de estos sistemas: “Ser guardianes de los ríos es algo que las comunidades van a abrazar muy rápido, porque saben lo que significa vivir sin agua o con incendios a las puertas de sus casas”.

Cuatro pilares

El plan de Ríos del Yaguareté se organiza en torno de cuatro pilares. El primero son las arcas, grandes áreas naturales restauradas y funcionales, con especies clave presentes. “Las arcas son fuentes de vida desde donde la fauna puede dispersarse hacia otros territorios. Son reservas de futuro”, señaló Heinonen.

El segundo son las áreas búfer, zonas de transición alrededor de las arcas donde se promueven economías regenerativas y actividades productivas de bajo impacto, como turismo de naturaleza y proyectos comunitarios.

El tercer pilar son los stepping-stones o puntos intermedios, refugios más pequeños, en muchos casos en reservas privadas, que funcionan como escalas seguras para los animales durante sus desplazamientos.

El cuarto son los ríos y planicies de inundación, corredores esenciales donde los pulsos naturales de agua sostienen la biodiversidad y aseguran el abastecimiento humano. “Defender los ríos es defender la vida humana”, remarcó Heinonen.

Un eje destacado de la iniciativa es la relación con las comunidades locales e indígenas, históricamente guardianas de los ríos y hoy expuestas de forma directa a los efectos de la crisis climática. Sequías prolongadas, bajantes históricas e incendios condicionan su vida diaria.

En la Argentina, el corredor proyectado une las nacientes del río Bermejo en la Cordillera de los Andes, atraviesa las Yungas y el Impenetrable chaqueño, conecta con la cuenca del Iguazú en Misiones y llega hasta los Esteros del Iberá, para integrarse con el Paraná. En Brasil se vincula con proyectos en el Pantanal; en Paraguay, con áreas en torno al río Paraguay; y en Bolivia, con la cuenca del Pilcomayo. “Necesitamos colaboración entre gobiernos, organizaciones y comunidades. La crisis climática y ecológica no reconoce fronteras, y la única manera de enfrentarlas es con estrategias comunes”, señaló Heinonen.

 

Presentación en Nueva York

El lanzamiento en Nueva York se realizó en The Explorers Club con la apertura de Kristine Tompkins, fundadora de Tompkins Conservation, y la conducción del periodista de CNN Bill Weir. Más de 150 referentes del mundo ambiental, social y económico participaron del encuentro.

Al mismo tiempo, se anunció una campaña de financiamiento que ya consiguió compromisos iniciales por 26 millones de dólares, aproximadamente un tercio del presupuesto previsto para los primeros tres años. Entre los aportantes figuran la Wyss Foundation, Rainforest Trust, Bobolink Foundation, la Postcode Lottery Group y la Rolex Perpetual Planet Initiative.

La directora de Rewilding Argentina también remarcó la importancia de promover cambios culturales y de conciencia. “Hay que mirar arriba y ver qué está pasando. Entender que cada decisión tiene una consecuencia: cuando prendemos el aire acondicionado, cuando desmontamos un área o cuando se corta un río. Todo eso se refleja en la vida silvestre y en nuestra propia calidad de vida”, afirmó.

El proyecto se plantea como un trabajo a dos décadas. “Lo importante es que la ciudadanía también se involucre. No se trata de esperar únicamente lo que puedan hacer los gobiernos o las empresas, sino de entender que está en nuestras manos decidir si queremos o no un futuro saludable. Este es el momento de actuar”, concluyó Heinonen.

Por Camila Súnico Ainchil / La Nación