El Gobierno reprocha que hasta ahora no le aprobaron ninguna ley. Los errores de la ley bases y la falta de proyectos del Ejecutivo.

por Pablo Winokur, de A24

El vocero presidencial, Manuel Adorni, se quejó de que el Congreso no le aprobó ninguna ley al presidente Javier Milei desde que asumió. Hizo una comparación con gobiernos anteriores que en su primer año de gestión recibieron un cúmulo de leyes aprobadas.

Dice Adorni: “En las últimas 4 décadas se aprobaron un promedio de 122 leyes por año. En estos 6 meses de Gobierno del Presidente Milei, todavía no se aprobó ninguna”. Va más allá:

151 leyes a Néstor Kirchner

125 a Cristina en su primer mandato

101 a Macri

70 a Alberto Fernández

Si vamos a lo cuantitativo, un primer nivel de análisis tiene que ver con la cantidad de leyes que envió el gobierno de Javier Milei y cuántas enviaron los gobiernos anteriores en sus primeros meses.

Sólo para poner un ejemplo, Mauricio Macri, en sus primeros cinco meses de gestión, envió 16 proyectos de ley solo a la Cámara de Diputados. Milei primero envió solo dos relevantes (Bases y Acuerdo fiscal en sus distintas vertientes). El último mes agrego varios proyectos vinculados a seguridad y Justicia que todavía no empezaron a tratarse. No hubo leyes ni de Capital Humano, Salud, infraestructura…

El problema es que esas dos leyes que mandó Milei son tan ambiciosas y necesitan tantos consensos que hacen imposible un tratamiento exprés.

Máximo, teniendo en cuenta que el gobierno no tiene mayoría propia en ninguna de las dos cámaras, como sí tuvieron los gobiernos de Cristina Kirchner y Néstor Kirchner.

Néstor Kirchner asumió y logró una mayoría gracias al apoyo inicial de Eduardo Duhalde y a alianzas circunstanciales que fue realizando ya en la gestión con agrupaciones de centro izquierda como el Frepaso o sectores del ARI de Elisa Carrió; también recompuso relaciones con el peronismo que había jugado con Carlos Menem o Adolfo Rodríguez Saá en las elecciones de 2003.

Macri tampoco tenía su mayoría propia en ninguna de las dos cámaras, pero tejió puentes con el peronismo anti-kirchnerista, con el massismo y con partidos provinciales que le garantizaron una base de apoyo para los primeros meses de la gestión. De todos modos, sólo le aprobaron 6 leyes, si se sacan los acuerdos internacionales y otras formalidades.

La sociedad partida

La lógica detrás de la existencia de un parlamento es que los intereses en una sociedad están divididos (“partidos”) y son representados a través de “partidos políticos”. Estos “partidos” están garantizados por la propia Constitución Nacional, que indica que son la base fundamental de la democracia. (Perdón la repetición de palabras)

Como no hay ninguna persona ni ningún ente que represente al todo, aquel que gobierna tiene que hacer negociaciones, a menudo difíciles, con aquellos que representan a esa sociedad dividida. Se busca beneficiar (o afectar lo menos posible) a aquellos sectores que los representantes representan.

El Gobierno creyó desde el principio que el 56% que votó a Milei en segunda vuelta era suficiente para adjudicarse la representación total de la sociedad. Esta figura solo está presente en gobiernos autoritarios que piensan que, por obtener la mayoría de los votos, pueden representar al todo. Algo similar intentó Cristina Kirchner. Por eso en este tipo de sociedades no hay “Partidos” y el gobernante y el pueblo están indivisiblemente unidos.

La insólita Ley Bases

Un gobierno en minoría parlamentaria debería presentar leyes cortas y puntuales que incentiven a los dirigentes de la oposición a acompañarlas. Si bien existe una oposición más visceral -el kirchnerismo, la izquierda- que probablemente se opongan a todo, hay otros sectores opositores que hubieran estado dispuestos a acompañar al gobierno en un primer momento; y que estaban deseosos de hacerlo.

¿Quién se hubiera opuesto a aceptar una delegación de facultades como las que tuvieron los presidentes Néstor, Cristina o Macri apenas asumió Milei?

El Gobierno optó por otro camino. Presentó en sesiones extraordinarias una ley gigante de 600 artículos que era inviable para una parte de esos “partidos políticos” que representan a una sociedad dividida.

La ley primero naufragó en Diputados, se tuvo que representar (o modificar toda que es lo mismo) y ahora está en el Senado, donde la representación es distinta. Porque nuestro sistema político entiende que las provincias son las que le dan origen a la Nación y ninguna ley puede avasallar el poder de las provincias.

Por lo tanto, en el Senado hay una representación provincial: cada provincia tiene tres senadores, independientemente de la cantidad de habitantes que tenga. Los acuerdos necesarios para garantizar una aprobación en el Senado son distintos a los que se necesitan para tener una aprobación en Diputados.

El Gobierno “no la ve”. Así como Milei estuvo años estudiando teoría económica para desarrollar sus ideas que luego deberán ser contrastadas con la realidad, el Congreso tiene sus propias reglas de funcionamiento, que son la base de la democracia.

No entenderlas es como pedirle a la teoría de la gravedad que cambie y que los objetos vayan para arriba.