Cómo el temor se transformó en victoria.
Por Noel Eugenio Breard (*)
El triunfo electoral de Javier Milei puede entenderse a partir de lo que podríamos llamar la teoría del doble miedo: el miedo a que regrese el pasado reciente y el miedo a perder el respaldo de Estados Unidos. Ese doble temor terminó convirtiendo una posible derrota en una victoria política.
La situación recuerda, en cierto modo, a las elecciones de 1995, cuando la convertibilidad del “uno a uno” aseguró la reelección de Menem. En aquel entonces, gran parte del electorado -especialmente el más endeudado- votó guiado por el miedo a que el programa económico se terminara. No se percibía que esa estabilidad aparente funcionaba como una enfermedad silenciosa: cuanto más durara, más dañaba a la economía real.
Hoy ocurre algo similar. Los acreedores externos y los llamados “fondos buitre” continúan beneficiándose de un esquema donde buena parte del presupuesto nacional se destina al pago de intereses y bonos soberanos. Para el año próximo, los vencimientos alcanzan los 21.000 millones de dólares. Ese modelo -que tuvo su versión “abuelo” en la tablita de Martínez de Hoz, su “padre” en la convertibilidad y su heredero actual en el plan de anclaje con dólar alto, tasas positivas y apertura indiscriminada- termina asfixiando la producción interna y multiplicando la deuda.
El plan de Martínez de Hoz duró siete años; el de la convertibilidad, diez. Ojalá este nuevo ciclo no supere los cuatro, no por fatalismo, sino por madurez social: porque la ciudadanía comprende que el miedo no puede seguir guiando las decisiones económicas y políticas.
También debemos dejar atrás el síndrome del flautista de Hamelin: seguir a quien promete soluciones mágicas solo por desesperación. El temor al regreso del kirchnerismo -ese “fantasma” del pasado reciente- fue comprensible, pero sin liderazgo ni credibilidad, esa amenaza tiende a perder fuerza. Cuando los “kukas” dejan de ser “kukos”, el miedo cambia de dirección: ya no es al pasado, sino al futuro que no queremos repetir.
Superar esa lógica del miedo es condición para construir un nuevo espacio político, amplio, basado en la libertad y la equidad. Solo entonces la sociedad podrá elegir con esperanza, no con temor.
(*) Senador Provincial UCR

