Una estudiante de la UNNE investiga sobre las características genéticas, la forma de propagación y adaptación a nuevos ambientes de esta especie que desafía los ecosistemas. Sus resultados podrían brindar herramientas para el control de especies invasoras en la Argentina.
Una planta conocida como Cerastium glomeratum, originaria de Europa y Asia occidental, logró establecerse en Argentina y ahora es considerada 1a maleza invasora.
La estudiante de Licenciatura en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), Fiama Camila Fortunato, accedió a una Beca de Estímulo a las Vocaciones Científicas (EVC-CIN) para investigar a fondo esta planta y su comportamiento en Argentina.
A partir de su trabajo, Fortunato buscará demostrar que la planta ha cambiado para adaptarse a diferentes regiones del país. En las zonas más al norte, buscará probar que la planta desarrolló pequeños pelos (indumentos) en hojas y tallos, con tendencia al aumento en altura y tamaño de hojas, flores y frutos, y un mayor conteo en el número de las semillas; como así también un genoma más grande en comparación con las poblaciones más al Sur.
También buscará indicios de que las diferentes poblaciones de esta especie no se mezclan entre sí y se adaptaron a sus entornos locales.
El trabajo está bajo la dirección de la doctora Marta Carolina Brem y la codirección del doctor Juan Pablo Coulleri, ambos docentes investigadores del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE) (UNNE-CONICET).
Las especies invasoras como Cerastium glomeratum (conocida popularmente como “oreja de ratón”) resultan un problema global. Pueden alterar los ecosistemas, amenazar a las especies nativas e incluso causar pérdidas económicas en la agricultura. Ahí radica la importancia de su estudio. En Argentina, esta planta es especialmente ab1dante en Buenos Aires, Córdoba y Corrientes.
Lo curioso de Cerastium glomeratum es que es muy resistente. Puede sobrevivir a herbicidas, tolerar la falta de agua y vivir en suelos muy ácidos, y presenta la gran estrategia de producir muchas flores y semillas. Además, sus semillas pueden germinar casi en la superficie del suelo y la planta puede soportar temperaturas bajo cero. Todas estas características la hacen 1a invasora muy exitosa.
El trabajo de Fortunato busca entender mejor cómo se distribuye esta planta en Argentina y cómo ha cambiado para adaptarse a diferentes ambientes. Esta información podría ser muy útil para desarrollar estrategias para controlar su propagación.
Para cumplir sus objetivos, la becaria utilizará varias técnicas: Observará detalladamente las plantas usando diferentes tipos de microscopios, incluyendo uno muy potente llamado microscopio electrónico de barrido. Por otra parte, hará un conteo de cromosomas de la planta; medirá la cantidad de ADN en las células de la planta usando una técnica llamada citometría de flujo. Finalmente comparará plantas de diferentes regiones para dilucidar que estrategias adaptativas han logrado para establecerse en un nuevo ambiente del cual no son originarias.
Para obtener las plantas que estudiará, Fortunato revisará ejemplares guardados en herbarios (que son como bibliotecas de plantas secas) y también realizará viajes de campo para recolectar muestras frescas. Recogerá hojas, semillas y otras partes de la planta, y las preservará de diferentes maneras para poder estudiarlas en el laboratorio.
Este proyecto es parte de un esfuerzo más amplio para entender y controlar las plantas invasoras en Argentina. De hecho, la becaria ya forma parte de un grupo de investigación llamado “Grupo de Control Biológico de Malezas Invasoras” en la UNNE. Este grupo colabora con científicos de Sudáfrica para estudiar varias plantas invasoras, no sólo la Cerastium glomeratum.
Lo importante de este proyecto de investigación es que no solamente brindará información sobre cómo es esta planta en la actualidad, sino también cómo llegó a la Argentina y cómo se extendió por el país. Entender estos procesos es determinante para poder controlar mejor las especies invasoras en el futuro.
Si logra obtener evidencia de que las plantas de diferentes regiones son genéticamente distintas, esto podría influir en cómo se diseñan las estrategias de control. Un método que f1ciona en Buenos Aires podría no ser efectivo en Corrientes si las plantas son muy diferentes.
El estudio que lleva adelante Fiama Fortunato es un ejemplo concreto de cómo a partir de la ciencia básica, se pueden obtener diferentes piezas claves del rompecabezas que representa el manejo del medio ambiente.