Los fragmentos de bosques en la región del Gran Chaco Argentino tienen un papel relevante en la conservación de la diversidad genética de la especie “Aspidosperma quebracho-blanco”, según estudios del Instituto de Botánica del Nordeste (CONICET-UNNE). Por ello, preservar la conectividad entre unidades de conservación y áreas fragmentadas es fundamental para garantizar la sustentabilidad de las poblaciones de esta especie emblemática.
Aspidosperma quebracho-blanco, más conocido como “quebracho blanco” es un árbol emblemático del bosque chaqueño, uno de los más amenazados en Sudamérica debido al avance de la frontera agropecuaria que ha provocado la fragmentación y degradación de este ecosistema. Es una especie considerada de menor preocupación por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ya que es abundante y de amplia distribución, pero la degradación de su hábitat hace avizorar, para los especialistas, que podría pasar a ser una especie amenazada o en peligro.
En ese sentido, desde el Instituto de Botánica del Nordeste “IBONE” (CONICET-UNNE), en los últimos años se llevaron a cabo varios estudios relacionados a Aspidosperma quebracho-blanco, enfocados en el conocimiento del impacto de los cambios ambientales sobre de la distribución geográfica y la diversidad genética de esta especie.
Al respecto, recientemente, en el marco del XIX Congreso Latinoamericano de Genética, se presentó el artículo “Evaluación del impacto de la fragmentación del hábitat en la variabilidad y estructura genética de las poblaciones de Aspidosperma quebracho-blanco Schltdl. (Apocynaceae) del Chaco Semiárido y Húmedo”.
Se trata de la tesis doctoral de la Dra. Noelia Emilia Almirón, investigadora del “IBONE”, que, con el fin de contribuir a la conservación y sustentabilidad de esta especie, analizó la variabilidad y estructura genética de 20 poblaciones del Gran Chaco argentino en relación con las características del paisaje, las áreas protegidas, los corredores ecológicos, el ordenamiento territorial de bosques nativos (OTBN) y con el cambio de uso de suelo.
“Uno de los resultados obtenidos sugiere que los factores ecológicos y demográficos podrían tener un impacto mayor en la viabilidad de las poblaciones que la erosión genética debido a la fragmentación”, se destaca en el trabajo presentado en el “XIX Congreso Latinoamericano de Genética”, dentro del Espacio Jóven destinado a tesis doctorales ya finalizadas.
En diálogo con UNNE Medios, la Dra. Almirón señaló que el estudio permitió evidenciar que aún existe flujo genético entre las poblaciones de quebracho blanco, y es por ello que toman relevancia los fragmentos de bosques existentes para ser considerados en las estrategias de manejo y garantizar que se conserve una conectividad funcional del bosque.
“Nuestros estudios generaron conocimiento que sirve de base científica para la definición de planes de manejo, conservación y restauración del quebracho blanco, que es una especie dominante dentro del bosque ” destacó la autora del estudio, quien contó con la dirección de la Dra. Viviana G. Solís Neffa y la co-dirección del Dr. Germán A. Robledo Dobladez.
Detalles del estudio
Para el estudio, se caracterizaron genéticamente 20 poblaciones, abarcando gran parte del Gran Chaco argentino, y se analizó su asociación con las características del paisaje y el ambiente.
Además, se comparó la variabilidad y estructura genética de árboles adultos y su progenie.
En base a los resultados, se identificaron tres grupos genéticos distribuidos en el centro-oeste argentino (Catamarca, centro-oeste de Chaco y Santiago del Estero), en las Sierras Chicas de Córdoba y en el nordeste argentino (Este de Chaco, Corrientes y Formosa).
Asimismo, se detectaron ocho barreras al flujo génico concordantes con características topográficas, principalmente ríos. Estos resultados indican que existen al menos tres unidades de manejo que deben ser considerados para futuras planificaciones de uso, conservación y/o restauración de las poblaciones de quebracho blanco.
Por otra parte, resultados preliminares indicaron que no existen diferencias significativas en la diversidad genética entre ejemplares de etapas previas y posteriores a la fragmentación del bosque. En tanto, las poblaciones alejadas de áreas protegidas o en zonas II o III del OTBN, modificadas por uso de suelo, presentaron mayores valores de variabilidad genética.
Sobre la base de los resultados obtenidos, las poblaciones de A. quebracho-blanco, que de acuerdo con el OTBN se encuentran en zonas de categoría I (rojas) o próximas a áreas protegidas de muy alto valor de la conservación o a corredores biológicos, pueden ser consideradas como de bajo riesgo genético.
En cambio, aquellas poblaciones que se encuentran a una distancia mayor de un área protegida o de un corredor biológico, o en zonas con bosques de mediano valor de conservación (categoría II o amarilla), como también aquellas que se encuentran en zonas donde se permite el desmonte parcial para el desarrollo agropecuario (categoría III o verdes) estarían en mayor riesgo de sufrir las consecuencias negativas de la fragmentación o el aislamiento de las poblaciones.
“La combinación de estos resultados indican que los factores ecológicos son una amenaza más inminente que la degradación genética para los bosques de A. quebracho-blanco”, se destaca en las conclusiones.
Relevancia
La autora del estudio opinó que “es claro el papel relevante de A. quebracho-blanco en la conservación del bosque chaqueño”.
En esa línea, se considera que, para garantizar la sustentabilidad del quebracho blanco, debe promoverse el cumplimiento de las leyes vigentes que determinan la conservación de un porcentaje del ambiente original en cada propiedad y la preservación fragmentos de bosques interconectados entre sí y con las unidades de conservación (existentes y futuras).
“Es una estrategia fundamental para la preservación del quebracho blanco y también para otras especies forestales”, resaltó.
En cuanto a la situación de conservación del quebracho blanco, que según Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es una “especie de menor preocupación”, la Dra. Almirón sostuvo que “es probable que en poco tiempo se pueda estar frente a una nueva categorización como especie amenazada o en peligro”.
Es que, de acuerdo con los resultados del estudio realizado en el IBONE, mencionados anteriormente, se añade que el área de distribución de A. quebracho blanco en el Gran Chaco ha disminuido en un 30% debido al cambio de uso del suelo.
Además, la superficie de áreas protegidas en el rango geográfico de esta especie, en particular en las áreas de mayor aptitud para A. quebracho blanco, es aún insuficiente para asegurar la conservación del bosque chaqueño y el mantenimiento de sus servicios ecosistémicos.
“El quebracho blanco constituye un componente principal de la estructura del bosque chaqueño por lo que desempeña un papel fundamental en la conservación de la diversidad genética de los bosques chaqueños”, concluyó la investigadora del IBONE.
La Dra. Almirón, actualmente prosigue con su línea de investigación en el marco de una beca postdoctoral cofinanciada entre la Administración de Parques Nacionales y CONICET, con sede de trabajo en el IBONE.
Se desempeña en los Grupos de investigación “Citogenética y Evolución Vegetal” del IBONE, coordinado por el Dr. Guillermo Seijo, y en el Grupo de “Genética y Evolución de Especies del Dominio Chaqueño” de la UNNE, dirigido por la Dra. Viviana Solís Neffa.