La inminente salida del ministro de Justicia desató una puja por el control del área. La Libertad Avanza intenta reordenar su vínculo con los tribunales, entre la ofensiva de Karina Milei, la resistencia de Santiago Caputo y el canal de diálogo con Cristina Kirchner.

El futuro del Ministerio de Justicia de la Nación volvió a convertirse en el epicentro de la disputa interna que atraviesa al oficialismo. Mariano Cúneo Libarona, el abogado penalista que llegó al gabinete como garantía de nexo con el establishment judicial, ya había adelantado su salida en declaraciones previas a las elecciones.

Pero Javier Milei y su hermana lo convencieron de quedarse al menos hasta el verano. “Karina le pidió que aguante unos meses más”, confía una fuente con acceso directo a Balcarce 50.

La continuidad del Ministro, sin embargo, se sostiene en un equilibrio precario. En la Casa Rosada saben que su salida es cuestión de tiempo y que detrás de esa silla se esconde una pelea mayor: quién controlará el vínculo del Gobierno con el Poder Judicial.

La mira del karinismo está puesta sobre una cartera que se volvió estratégica, no sólo por su peso institucional sino por lo que simboliza en la puja interna con el asesor Santiago Caputo.

Semanas atrás, Cúneo Libarona había puesto su renuncia a disposición. Su desgaste es inocultable. “Está cansado del fuego cruzado”, dicen en su entorno. Pero Karina Milei lo contuvo con un objetivo político preciso: bloquear el desembarco de un dirigente del PRO o de su segundo, Sebastián Amerio, amigo personal y operador judicial de Caputo, figura excluyente del mileísmo en los tribunales de Comodoro Py.

Esa resistencia abrió una nueva fractura dentro del triángulo de hierro. Mientras la secretaria general de la Presidencia intenta preservar el control político del área, Caputo busca preservar a Amerio. En los hechos, el actual vice de Justicia hace tiempo que ejerce como un ministro de facto, aunque prefiere mantenerse en ese rol antes que asumir el primer mando: el cambio de jerarquía lo obligaría a dedicar tiempo a actos protocolares y viajes que lo alejarían de las gestiones que hasta hoy concentró en los tribunales.

Fuente: eldiario.es