Un estudio de la Universidad Nacional de Rosario (UNER) demostró que el 50% de las provincias del país requieren mayor inversión en obra pública para acueductos, para resguardar el agua de la exposición permanente a esta sustancia tóxica asociada con el cáncer infantil, anomalías congénitas y Alzheimer.
Radio UNNE dialogó con Alejandro Oliva, director del Programa de Medio Ambiente y Salud (PROMAS) del Centro de Estudios Interdisciplinario (CEI), quien explicó que el “Nuevo Mapa de la Población Argentina Expuesta al Arsénico en el Agua de Consumo” tiene como objetivo establecer vínculos entre ambiente y salud humana.
Los datos sobre los niveles de arsénico en aguas de consumo se encontraban dispersos y poco actualizados. Luego de un exhaustivo trabajo de revisión de antecedentes, los resultados serán publicados en la prestigiosa revista científica “Water and Health”. Allí se da cuenta de que el 50% de las provincias, que equivale al 70% de la población, está expuesta a altos consumos de arsénico en el agua: se trata de 17 millones de personas.
Oliva detalló: “Cuando hablamos de arsénico elevado son más de 10 microgramos por litro, que es el corte que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS). La entidad lo ha categorizado dentro de las diez sustancias más tóxicas; y está asociado al cáncer, particularmente el infantil, anomalías congénitas y la enfermedad de Alzheimer. En Argentina, estas asociaciones ya fueron probadas en otros estudios científicos”.
Argentina, además, presenta otra controversia. El médico y especialista en Andrología y Endocrinología Reproductiva explicó que desde el año 2006 el Código Alimentario Argentino establece un límite muy superior para el consumo y para las directrices de calidad de agua potable que establece la OMS: en nuestro país el tope legal está en 50 microgramos por litro.
Las entidades que brindan el servicio de agua de red deben medir bacterias, químicos orgánicos e inorgánicos, entre estos últimos se encuentra el arsénico: “En su momento, las comunas plantearon que no podían ocuparse de remover el arsénico que venía en las aguas de consumo, por los altos costos”.
Oliva planteó que se trata de una problemática de Estado y de salud pública, ya que el 90% del arsénico que aparece en las aguas de consumo es de origen natural, desde los acuíferos, viene del rozamiento natural de las rocas. En tanto, el 10% es producto de la actividad humana, minería, tratamiento de madera, insecticidas, entre otras.
“El agua es administrada y gestionada por los Gobiernos nacionales, provinciales y comunales. La forma de resolver es por un lado generar acueductos, como por ejemplo en Rosario. Otra forma es remover el arsénico que viene de las napas, pero implica una tecnología muy cara porque consume mucha electricidad; y tiene un problema que es que el remanente de arsénico que queda hay que destruirlo, sino vuelve a las napas. En la UNR exploran nuevas tecnologías, que son más económicas, a partir del uso de energía solar”, apuntó al aire de la 99.7
Según los resultados del estudio, Catamarca y La Pampa cuentan con las cifras más elevadas de exposición, llegan al casi al 80%, 90% de la población; Buenos Aires está casi en el 70%, mientras que en Chaco alrededor del 50% de la población expuesta. Corrientes, Neuquén, Córdoba, Entre Ríos, Tierra del Fuego, Jujuy y Santiago del Estero también forman parte del listado de provincias con mayor exposición al arsénico.
“Se trata de un problema poblacional. Como todos los temas ambientales, se resuelven de una forma: las poblaciones tienen que exigirles a sus gobiernos, a sus políticos, que realicen controles y lleven adelante políticas públicas que garanticen una mejor calidad de agua. Tiene costos altos, pero son inversiones para la salud. Europa pasó por lo mismo y lo ha podido resolver”, expresó el investigador.