Por primera vez en la historia de este evento, un equipo de científicos y estudiantes latinoamericanos se alzó con el premio principal. Cuál fue el proyecto por el que resultaron electos como los mejores.
La Argentina ganó otro mundial. Pero este es muy especial porque se trata de un premio a la excelencia y al desarrollo científico. Un grupo de estudiantes del ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires) ganó el primer lugar en un concurso de la NASA, considerado como una suerte de “mundial de la ciencia”.
Ante una competencia calificada, con equipos de más de 40 países, los estudiantes argentinos se impusieron como los mejores. Presentaron el diseño y lanzamiento de un satélite en miniatura que cumplió con éxito una misión simulada. El satélite del trabajo ganador tenía el tamaño de una lata de gaseosa.
Los argentinos quedaron como los mejores absolutos en la edición 2025 de la “Cansat Competition”, un evento internacional de ingeniería organizado por la American Astronautical Society (AAS), con el respaldo de la NASA, Lockheed Martin, Siemens y otras instituciones de referencia.
Los jóvenes argentinos consagrados son: Ezequiel Bolzicca, Daniela Maradei, Agustin Haartg, Rafael Dalzotto, Micaella Perillo, Thomas Marthi, Agustín Pilotto, Santino Agosti, Emanuel Albornoz, Santiago Bolzicco y Eduardo Barbier, como consejero.
Los estudiantes argentinos, campeones mundiales para la NASA
El certamen se realizó en Virginia, en los Estados Unidos. Esta edición del CanSat 2025. El desafío era presentar un trabajo concreto que simule el ciclo completo de una misión aeroespacial: desde la concepción, diseño, construcción, lanzamiento y análisis de resultados. El equipo de los estudiantes argentinos fue el mejor en este desafío para el desarrollo y creatividad científico.
Su trabajo consistió en diseñar, construir y lanzar un satélite funcional del tamaño de una lata de gaseosa. Cada dispositivo debía ser capaz de transmitir datos en tiempo real, registrar video aéreo y medir variables ambientales. Toda esa información debía ser suministrada desde una altura de 700 metros.
“El satélite se lanza a 700 metros, se abre y unas aspas comienzan a girar a 18 kilómetros por hora en caída. Va girando como un helicóptero”, explicó uno de los chicos y dio más detalles de la tarea con la que salieron primeros: “Usamos una antena direccional que tenemos que ir apuntando a donde va a estar el satélite y ahí empieza la toma de datos”.
La experiencia funcionó a la perfección y eso les valió ser considerados los mejores entre los 39 que concursaron. “Lo que busca la competencia es hacer una simulación de lo que es un proyecto real aeroespacial que se trabaja en la industria”, dijo Marthi, para precisar que pese a ser un trabajo experimental, exigía una complejidad de cada fase del certamen.
Los campeones mundiales argentinos
El grupo del ITBA está integrado por diez estudiantes de diferentes carreras: ingeniería mecánica, electrónica, industrial, informática y bioingeniería. Eso fue clave porque hizo más fácil la tarea por desarrollar por “departamentos”: estructuras, hardware, software y logística.
Así, cada grupo trabajó en los diferentes sectores para que, una vez ensamblados, el satélite del tamaño de una lata de gaseosa pudiera “despegar, orbitar y enviar exitosamente datos mientras descendía”. Todo con un éxito inmejorable.
Fue un trabajo que también supuso salir a buscar auspiciantes que los ayudaran, tanto en la compra de los elementos necesarios para el trabajo como para, finalmente, poder hacer el viaje a los Estados Unidos.
Los diez estudiantes compartieron seis meses de trabajo continuo y una experiencia internacional que les permitió aplicar conocimientos de forma práctica, colaborar entre disciplinas y establecer vínculos con jóvenes de otras universidades del mundo.